En el verano austral de 1952/3, una época de fuertes tensiones geopolíticas en la Antártida, Argentina en fuerte alianza con Chile, decide enviar sus poderosos aviones Avro Lincoln a explorar la Península Antártica, realizando también aerolanzamientos de suministros y correspondencia a las bases polares, volando a baja altura sobre imponentes paisajes antárticos, verdaderas paredes de hielo.